Foto: © Felipe Arean Vázquez / soyfi.com
A medida que la radiación solar empieza a golpear más fuerte, además de cuidar la piel, es importante ser precavido con los ojos, tanto en el día a día, como en los entrenamientos.
Es sabido que los runners tienen la costumbre de investigar qué calzado utilizar, cómo comer e hidratarse, qué reloj con GPS o monitor de frecuencia cardíaca utilizar para medir cada salida, pero la visión suele quedar relegada (si en algún momento es tenida en cuenta).
Durante el verano aumentan un 25 % las enfermedades oculares por la mayor exposición solar, la sequedad y la exposición a agentes irritantes e infecciosos como la sal, el cloro o la arena (para los afortunados que en plena pandemia se puedan tomar unos días de vacaciones).
· Utilizar gafas de sol con protección 100 % de la radiación ultravioleta, especialmente en zonas con agua, como el mar o la pileta, que reflejan y multiplican los rayos solares.
· Los lentes de sol (los deportivos y los de uso diario) deben ser grandes y adaptarse bien a la cara, de este modo aumenta su protección respecto a otros agentes agresores como la arena, el polen o la polución.
· Aclarar los ojos con agua potable tan pronto como te sea posible después de correr, bañarse en el mar y muy especialmente en la pileta, para prevenir irritaciones e infecciones (conjuntivitis).
Estos detalles, que no requieren de un gran presupuesto, pueden marcar la diferencia para que cada trote no se convierta en un suplicio.