No solo de trotar viven los runners. Sumar kilómetros suele estar en el tope de la lista de cualquier corredor para alcanzar su meta pero repetir hasta el hartazgo la misma rutina (léase mismas distancias, mismos ritmos, mismos estímulos en la calle o el gimnasio) puede traer tres resultados –no deseados-:
1- Aburrimiento, tedio o hastío durante el entreno.
2- Falta de motivación antes de salir.
3- Retroceso en la performance/resultados.
La falta de variedad en los entrenamientos deviene en efectos negativos (eso no quiere decir que todos los días hay que hacer un estímulo diferente y jamás repetir un patrón de ejercicios), pero meter mano en la rutina es la solución para no caer en ese círculo.
La variedad puede ser uno de los principios de entrenamiento más olvidados y, en cambio, es uno de los más importantes para garantizar resultados.
Cualquier ejercicio deja de resultar eficaz en el momento en el que el cuerpo se acostumbra al mismo y al estímulo que produce. Esa repetición del estímulo ad eternum lleva a gastar menos energía ante el mismo esfuerzo hace que la progresión se estanque e incluso puede llegar a resultar negativo haciendo perder fuerza o empeorando el ritmo de carrera (no es casualidad que los buenos planes de entrenamiento tengan variaciones todos los meses –o cada cuatro semanas-).
Modificar los estímulos es importante, no solo para alcanzar el objetivo o mejorar el rendimiento deportivo, sino también para evitar la monotonía y favorecer a la constancia. Por supuesto que todo depende del nivel físico, el tipo de estímulo o los factores genéticos de la persona en concreto para poder planificar objetivos a corto, mediano y largo plazo (y realizar la planificación a expensas de esas metas).
Eso sí, la progresión también requiere un tiempo mínimo de adaptación para que los músculos asimilen el movimiento y la carga, y esto varía en función de la persona y el tipo de entrenamiento (no es conveniente cambiar en exceso porque el organismo debe asimilar los trabajos para progresar en el entrenamiento).
Te puede interesar también: Cómo planificar el año deportivo siendo un runner amateur.
Cuando hablamos de variedad, ¿hacemos solo referencia a la intensidad, la duración y las repeticiones o se podría cambiar la disciplina por completo?
Para los corredores lo previamente citado es el ABC de sus rutinas, pero llenar los casilleros vacíos en diferentes momentos de la temporada hace a un buen plan de entrenamiento. Los diferentes sistemas y métodos de entrenamiento se caracterizan por tener una intensidad, repeticiones y duración específica, ya que cada uno consigue provocar diferentes efectos en nuestro cuerpo a nivel metabólico, hormonal, etc. La clave es elegir bien estos sistemas y métodos, alternándolos o haciendo pequeñas variaciones. Revisar periódicamente las rutinas y rever si hay alguna deficiencia (falta de fuerza, elasticidad, equilibrio, etc.), hace que se pueda modificar a tiempo una rutina –para no acabar en una lesión o falta de motivación por la falta de resultados-.
Volver al gimnasio después de unos meses, hacer cross training si hay sobrecargas por el impacto (bicicleta, natación), sumar yoga, pilates o alguna clase de stretching si desaparece la flexibilidad son recursos a manos de cualquier runner (lo importante es abandonar la obsesión del volumen de kilómetros semanal y trabajar otros aspectos necesarios).